LA NOCHE ACUNA NUESTRO ENCUENTRO



A la luz de la tierna madrugada me recuerda el sabor a ti, los momentos de vigilia compartidos, aquellos dolores de la vida expresados, todos los silencios cruzados.
Espero, tranquila, animada, aquel sueño engendrado bajo la sombra del miedo. Me despierto, me atormento, me reencuentro y expreso mi amor. A la luz de las tinieblas busco tu nombre, tu cuerpo, tus manos cálidas y delicadas, anido tu llegada.
En momentos tú sombra aparece por mi ventana, me visita, me abraza, me alimenta y atormenta. Desesperada enciendo la una solitaria vela que ni llama enciende, espero, gustosa y aturdida que tu presencia se solidifique, pero no. No estas, no te veo, no te escucho, es solo una fastidiosa ilusión o una pesadilla del corazón.
Intento cerrar mis ojos, voltear mi mirada hacia la pared, pero tu figura nuevamente aparece como una sombra titubeante y marchita. No me ilusiono, no me desespero, intento cerrar más fuerte mis ojos y encerrarme en mí. El corazón me palpita, me desespera y aturde, quiere salir de mi pecho a buscarte.
Mal dormida y pensativa, en la mañana busco el rastro de tu llegada, pero solo fue un relámpago de misterio, solo fue el juego de mi cuerpo. Intento comunicarme contigo pero el destino nos ha separado, las señales no llegan a ti. Tu ausencia me evita, me lastima y desvía.
Ahora solo espero la noche, en esa oscuridad espero tu cuerpo, tus manos, tus besos. Es el único momento de nuestro encuentro, no hay día, no hay claridad, no hay veracidad, solo hay fantasía y deseos, hay sombras y reflejos, solo la noche acuna nuestro encuentro.

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